Mamá siempre me regañaba de pequeña por comer la merienda tumbada en el sofá. Debes comer derecha, se oiga de fondo mientras yo me sumergía entre los cojines con el bocadillo en la mano alzada.
Ahora tengo sangre en el corazón y probablemente cuando me herí, estaba lo más derecha que mi espalda me permitía.
¿Sabes qué?. Las dos puertas de la entrada de aquel cine que ves allí, cerquita, se han abierto exclusivamente para mí, y no pienso desaprovecharlo.